Email # 4: El Detector de Basura de Hemingway
- Marco Gentile
- 18 may 2024
- 4 Min. de lectura

¿Has oído alguna vez la historia del “Viejo y el Mar”? Sobre aquel viejo que pescó, sin la ayuda de nadie, a un enorme pez en medio del océano…
O escuchaste decir a alguien: “¿Por quién doblan las Campanas?... Las campanas están doblando por ti”.
Pues esas frases e historias tan populares y de las que se han hecho comiquitas y un montón de formas de expresión popular, son obras maestras de la Literatura Universal, que influyen época tras época en las generaciones que realmente no saben el origen de las expresiones ni por qué se asociaron tantas cosas a ellas. En este caso, las dos expresiones pertenecen a dos sendas Novelas que escribió Ernest Hemingway, norteamericano y gigantesco autor del siglo 20.
Eso hace un escritor, crea un mundo tan interesante que puede usarse en otros contextos y tiene la capacidad de emprender camino en otra mente y otros labios, sin la necesidad originaria que tuvo el autor, del cual dicen los críticos que su interpretación es solo una de las miles posibles…
Hemingway no era una persona equilibrada a nivel emocional, ni mucho menos, incluso se suicidó con la escopeta que tanto amaba en el recibidor de su embarcación, con la cual visitaba las playas y bahías de todo el mundo. Sus obras son un compendio de la razón humana y su incansable búsqueda por llenar el vacío de la existencia; vacío que nunca pudo llenar porque no tuvo la gracia – en mi opinión –, de conocer a Dios y llenar ese vacío con su amor.
Sin embargo, la literatura (en todas sus formas) es como la medicina. Si usted es cristiano y estudiante de medicina, más temprano que tarde se dará cuenta que los conceptos médicos y los teológicos muchas veces entrarán en conflicto, pero no por eso los cristianos dejarán la universidad, sino que escudriñarán todo lo que puedan y retendrán lo que necesiten para ser médicos y creer en Dios.
Lo mismo pasa con el arte de escribir, no puedes hacerte escritor solo leyendo libros cristianos, estarías mancado desde el comienzo, porque aún los grandes autores de la fe cristiana llegaron a serlo por la visión holística que tenían del mundo. El primer ejemplo de ello fue Pablo, que combinó los conocimientos griegos para fundar una iglesia de avanzada.
Pero al César lo que es del César… Hemingway era un maestro de los Diálogos. Pocos como él han sabido escribir diálogos para sus personajes con tal maestría que uno como lector se pierde en esas interminables conversaciones donde no hay narrativa, y se lo imagina todo por medio de las palabras que el autor le endilgó a sus interlocutores imaginarios…
A pesar de que sus novelas eran extensas, te podías dar cuenta que su estilo era breve, pero había desarrollado un mundo tan completo, un universo tan original y diverso, que puedes sentarte horas y horas a conocerlo a través de sus libros y no te cansas de encontrar detalles que estimulan tu curiosidad como un chisme por el que hayas esperado mucho tiempo, y cuyo centro tiene que ver directamente con tu vida.
Por eso lo cito en este artículo, porque uno de sus mejores consejos se quedó grabado en mi memoria desde que era un chavalito y lo leía con actitud devoradora:
“Todo escritor debe tener un detector de mierxx”.
Si te parece complicada la expresión, te la voy a traducir: No todo lo que uno escribe debe salir a la calle. Nuestras obras son como los hijos; no los sacas sucios y mal vestidos para que todo el mundo los vea y digan que eres un padre descuidado; en lugar de eso los bañas y les pones un atuendo que te represente, y cuando ya están listos para hablar, porque les has enseñado modales y buenas costumbres, entonces los llevas a una fiesta y les dejas compartir en sociedad.
“El Detector de Basura de Hemingway” – lo llamaremos así para censurar la expresión- es lo más necesario en nuestra técnica literaria, hay que saber cuándo un párrafo debe ser borrado de raíz, aún si debemos eliminar toda la primera parte de un texto en el que ya llevamos media hora trabajando.
El escritor sabe cuándo algo está bien hecho. Lo sabe porque ha escrito cientos de veces, miles de párrafos, de versos, y se ha dado cuenta cuándo quedan “bien logrados” y cuándo no. La diferencia se establece muy fácil con esta alegoría:
Cuando miras esa parte del texto como el Isaac de la Biblia miraba a Esau; con orgullo enamorado, sintiendo que era hermoso, fuerte y legendario.
O cuando lo miras como Isaac miraba a Jacob: Con sospecha, pero reconociendo que era un ser extraño, débil pero suplantador, que puede escabullirse en la obra e insertar en ella un cierto descontrol, y vivir en ese caos como un rey a sus anchas…
Son las dos formas de mirar tus textos. Si no puedes mirarlos de esa manera: Recuerda la técnica del Hacha.
Yo escribí 12 libros basura antes de dar con el primero que valiera la pena…
Quiero hacerte una pregunta: ¿Qué tanta basura crees que puedas llegar a escribir?
Empieza ahora, antes que llegue Cristo o la muerte, y no tengas más tiempo para ensayar.
En el próximo contenido hablaremos de otras técnicas de redacción, sé que varios de ustedes están siguiendo este tema.
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